martes, 30 de noviembre de 2010

La joven en la esquina

No debía de tener mas de 15 años, estaba recostada contra un poste en la esquina cuando la vi por primera vez, llevaba una falda bastante corta, tacones altos, y una camisa con un escote insinuante, capaz de despertar los malos pensamientos del hombre mas honrado, llevaba el pelo color arena, suelto, largo hasta la cintura, con pequeñas ondas que hacían juego con su cintura, estaba de espalda, pero yo tenia la suficiente experiencia en mujeres para saber que debía de ser una joven bella. Parqueé  el carro a escasos metros de aquella  esquina y apague las luces, no sabia que era, pero algo en ella no dejaba de llamar mi atención, no estaba seguro si eran sus piernas, bronceadas y gloriosas, o como el escote en su espalda me llenaba de traviesas fantasías. 

No sabía que era, pero algo en ella me despertaba algo más allá de la lujuria. Pese a saber que debía de ser una prostituta, no me atreví a acercarme, sentía mas placer admirándola de lejos, imaginado cosas. Después de lo que pudieron ser diez minutos, la hermosa joven levanto la mano derecha para ver la hora en un su reloj de pulsera, parecía inquieta, porque decidió sacar un cigarro mientras que miraba a ambos lados de la calle, no miro a donde yo estaba, así que no pude ver su rostro. Fumo uno, dos, tres, y hasta 4 cigarrillos, cuando iba a empezar el quinto, se le resbalo el encendedor de las manos, cayendo con un ruido sordo. 

En esos momentos fue como si hubieran abierto el portal a la gloria, al agacharse para recogerlo, pude distinguir con mis ya entrenados ojos, su sensual lencería de encaje, roja. Los nervios se me fueron a flor de piel, y pese a saber que estaba en un lugar publico, decidí darme un gusto con la imagen. Así que desabrochándome el pantalón  con los dedos temblorosos por el afán, pude llegar a pensar en mil y una fantasías con la joven, desde las más inocentes, hasta las más perversas, pero tuvo que culminar antes de tiempo, puesto que una enorme camioneta se detuvo a dos pasos de la esquina, de ella bajo un tipo, no mucho mas joven que yo, y parecía ser el hombre que la muchacha estaba esperando, porque se acomodo el pelo y se le acerco, el hombre la abrazo, pero no podría considerarse un abrazo cariñoso, mas bien se le notaba en cada movimiento de las manos, el afán por poseerla. 

Podría decir que sentí algo adentro, supongo que envidia,  luego de unos instantes en los cuales el hombre no dejo de manosearla, saco una bolsita con algo blanco del bolsillo y se los mostro a la joven. Pero no se los entrego, luego la agarro por la cintura y la invito a pasar al carro,  le abrió la puerta y antes de entrar, la joven miro a ambos lados de la calle, y esta vez si miro en mi dirección.  Ella no se percato de mí presencia, pero  yo por fin había podido contemplarle el rostro, y no estaba equivocado, la joven era sin duda una de las más bellas que he visto en toda mi vida. De ojos claros, y labios prominentes, con una elaborada capa de maquillaje que la hacia parecer mayor. 

Solo vi su rostro dos segundos, pero fueron suficiente tiempo para dejarme completamente paralizado, un sudor frio empezó a resbalar por mi cara, mientras un escalofrió recorría mi espada, el estomago me dio una fuerte sacudida y por instante creí no poder contener las ganas de vomitar, era absurdo, esa joven tan bella, con los ojos y la sonrisa de su madre, una joven que yo había dado por sentado de ser de casa, mis ojos asombrados, y  mi mente sin poder asimilar la situación , no me dejaron hacer lo que debí haber echo, en vez de salir del carro y detenerla, me quede como un estúpido, viendo como un infeliz se llevaba a mi hija. Y al final no supe quien era mas miserable el o yo.

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